domingo, 13 de agosto de 2017

Luigi y la identidad sin pueblo



Lo bueno que tiene Luigi es que viaja mucho,  y de diferentes maneras. A pesar de haberse quedado a vivir en ese colegio de Torregamones que tantos cuentos tiene, le gusta también moverse por los Arribes, y que sus gentes le cuenten, eso es algo que le presta, que le encanta, escuchar de sus paisanos, de las gentes que viven y vivieron las numerosas historias que piedras y aguas guardan, y es que, queridos niños, los libros, los cuentos y las historias son una manera de viajar a mundos reales pasados, presentes y futuros y a mundos imaginarios. Pero por desgracia, esta historia es de un mundo real.

El rumor del agua habla, vaya que si habla, y cada gota cuenta de donde ha nacido, de dónde ha estado y de lo que ha vivido, de a quién ha dado de beber, y a Luigi estas gotas le contaron una historia de hace 50 años. Tal fue el enfado de Luigi al oírlas, que marchó directamente a que el señor Glorialdo le contara de primera mano si eran o no verdad esas vivencias, y lo cierto es que quedó bastante triste, cuando con sus poemas, el señor Glorialdo le iba dando por verdad todas y cada una de las palabras del agua. Y es que hace más de 50 años, había un pueblo en la ribera del Tormes, llamado Argusino, donde sus gentes, gentes sencillas, vivían como todos los pueblos de la comarca y alrededores, del campo, de los animales, pequeños talleres y labores. Pero las necesidades eléctricas hicieron que se valorara el lugar para hacer una presa hidroeléctrica,   y convertir todo aquel valle y aledaños en el embalse de Almendra, el mar de Castilla como se le llegó a mal llamar. Y así, de buenas a primeras y sin dar ni tiempo de reacción les malcompraron las casas, las derrumbaron y en su lugar, donde antes hubo caminos, vida y gentes solamente quedó el agua.
Los Argusinejos, le contó el Señor Glorialdo a Luigi, marcharon a numerosos pueblos, en busca de un futuro mejor. Con una parcela cedida por una familia empezaron hace años a revivir el recuerdo de su identidad, que si bien nunca se perdió, sí lo hicieron sus tierras. Allí construyeron una ermita donde año tras año, propios y forasteros celebran una romería.
El capricho, la casualidad o tal vez el destino han hecho, que este año que se cumplen 50 años del fin del pueblo, la sequía haya sacado a la luz restos de donde antes hubo vida, y claro, allí ha estado Luigi con sus gentes, escuchando esas historias llenas de lágrimas pero también de esperanza, de convencimiento de que si bien  la presa era una necesidad, no fueron las maneras mejores. De los herederos de aquel sentimiento, y de las muestras de cariño a lo que fue su patria chica, su terruño, su pueblo.

Y es que Luigi ha vivido a través de cada una de esas historias, el devenir de la vida de sus habitantes.

Hoy cuando ha llegado de allí, me ha dicho que ayer vio jardines flotantes en el embalse, y las notas y la música llenaron el valle. Hoy me ha dicho que Argusino Vive.

¿Será verdad??

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